UGT recuerda a las víctimas del Polvorí de Sant Ferran que fallecieron en 1895
13 personas han fallecido en accidente laboral en lo que va de año, seis menos que en el mismo periodo de 2023.
Fecha: 22 Nov 2024
UGT ha homenajeado este viernes con una ofrenda floral a los 97 trabajadores y trabajadoras, la mayoría mujeres y niñas, que murieron el 25 de noviembre de 1895 en el accidente laboral del Polvorí de Sant Ferran, el más grave de la historia de Balears.
Durante el homenaje en el cementerio de Palma, UGT ha recordado también a las 13 personas que han muerto este año mientras trabajaban, se dirigían a su lugar de trabajo o regresaban a casa.
El sindicato ha denunciado que a pesar de que se ha reducido el número de accidentes laborales este año, Balears sigue siendo la comunidad autónoma con más siniestralidad en relación al número de personas afiliadas a la Seguridad Social, por lo que ha pedido a las empresas más inversión en prevención de riesgos.
En concreto, el archipiélago ha registrado un total de 17.454 accidentes laborales durante la jornada laboral entre enero y septiembre de este año, lo que implica un descenso del 3,3 por ciento en comparación al mismo periodo del año pasado.
UGT ha insistido en que la tragedia del Polvorí de Sant Ferran no debe olvidarse porque no se puede permitir que vuelva a suceder una negligencia empresarial como la que se cometió hace 129 años.
El accidente laboral ocurrió en una zona cercana a donde está ahora el edificio de Hacienda mientras un centenar de personas trabajadoras estaban recuperando pólvora y otros materiales obsoletos que habían servido de munición al Ejército español.
Las medidas de prevención eran prácticamente inexistentes. Se calculó que en el momento de la explosión debía de haber más de 100 kilogramos de pólvora a los pies de los trabajadores. Una detonación desencadenó la tragedia.
Cerca de cincuenta trabajadores, casi todas mujeres y niñas, murieron al instante. El resto, lo hicieron en pocas horas o días, sin que haya constancia de que hubiera supervivientes. Tan solo había transcurrido un mes desde que un empresario catalán, Gabriel Padrós, había conseguido la contrata del ejército para inutilizar armamento. Si hubiera aplicado las medidas de prevención de aquella época, probablemente, no habría ocurrido una desgracia de tal magnitud.
Toda Mallorca y el resto de España se conmovió por el suceso, que provocó que se abrieran cuentas de donaciones y colectas. Pero con los años se borró del recuerdo uno de los accidentes laborales más sangrientos del país. Un recuerdo que UGT quiere mantener vivo porque algunos empresarios en el siglo XXI todavía tienen el objetivo de reducir todo lo posible los costes para sacar la máxima rentabilidad sin pensar en la seguridad de las personas trabajadoras.
El contexto histórico y social de la época era caldo de cultivo para la tragedia laboral. En 1895 la Revolución Industrial en España empezaba a generar actividad en las fábricas con una mecanización deficiente y una preparación laboral escasa. El aumento del dinero promovido por el Banco de España para financiar la Guerra Colonial, la depreciación de la peseta y una inflación superior al 12% menguaban el poder adquisitivo de una población asfixiada por los altos tributos y gravámenes necesarios con los que costear el conflicto.
Por lo tanto, la clase trabajadora sufría una presión importante para poder sobrevivir y el empresariado escatimaba recursos para aumentar al máximo sus beneficios.
A pesar de que en España ha habido esfuerzos por instaurar protocolos de prevención, aún no son suficientes para garantizar la seguridad de las personas trabajadoras, y hay que hacer frente a nuevos riesgos como los derivados del cambio climático.