2020, un año laboral perdido
Fecha: 18 Jun 2021
Artículo de Lorenzo Navarro, secretario general de UGT, en el Anuario de El Económico 2021 (escrito en febrero)
Los devastadores efectos de la Covid sobre el empleo en Baleares han provocado que podamos considerar a 2020 como un año perdido en materia laboral. Cuando llegó el virus al archipiélago, nadie podía llegar a presagiar que iba a causar heridas tan graves a la macroeconomía, pero sobre todo, a la economía de las familias trabajadoras.
Las Islas se han convertido en la comunidad autónoma a la que más daño ha hecho la pandemia. Baleares pasó de ser la locomotora del empleo en España, aunque precario y volátil, a la región más deteriorada por la crisis derivada de la Covid.
Son muy duros los datos sobre empleo, paro y afiliación que nos dejó el 2020. Lo trágico es la angustia que sienten demasiadas familias de esta tierra. A las frías cifras oficiales, a las que nos referiremos más adelante, debemos ponerles el rostro de nuestra hermana, nuestra vecina o nuestro hijo, o el de esos conocidos que se han quedado sin trabajo y no encuentra nada.
Estas personas tienen dificultades para tirar hacia adelante, para pagar las facturas, incluso, se ven obligadas a pedir ayuda a los servicios sociales para cubrir gastos básicos, como el alquiler, el agua, y desgraciadamente, también la comida.
Desde UGT estamos intentando que eso de que “nadie se quede atrás” deje de ser un eslogan y sea una realidad. Está claro que las ayudas y las prestaciones no están llegando a todas las personas que lo necesitan, o lo hacen con retraso. Y ahí seguimos peleando para que los más desprotegidos puedan sobrevivir. Nos gustaría tener mucho más poder del que tenemos, que nadie tuviera que pasar penurias.
El dramático, desolador y devastador panorama queda retratado en la estadística registrada por los organismos gubernamentales. Baleares cerró 2020 con un total de 84.339 personas inscritas como desempleadas, un 38% más que en diciembre de 2019, y 417.542 cotizantes, un 4,18% menos.
Las personas más vulnerables han sido las más castigadas por los efectos de la Covid. Las más perjudicadas, como siempre que hay problemas, las mujeres, los jóvenes y las trabajadoras y trabajadores temporales.
Las cifras que nos deja la Encuesta de Población Activa (EPA) muestran que de media en 2020 hubo 101.700 personas paradas. Hay que remontarse a cinco años antes, a 2015, para encontrar una media anual de paro tan alta. La tasa de desempleo del año pasado alcanzó el 16,19%, cuatro puntos más elevada que en 2019.
Lo más doloroso de la pandemia ha sido que hemos perdido a seres queridos, en demasiadas ocasiones, sin podernos despedir, ni abrazar a los nuestros, pero la Covid deja otras muchísimas secuelas. El paro, reducción de ingresos, sueños de vida rotos, desesperanza…
Los Expedientes Temporales de Regulación de Empleo (ERTE) y la prestación extraordinaria para fijos discontinuos, emanados del diálogo social, y reivindicados por los sindicatos, han servido de muro de contención contra el aumento del paro. Sin embargo, la excesiva temporalidad del mercado de trabajo balear ha llevado al archipiélago a afrontar con mayores debilidades la sacudida de la Covid.
La maldita, y normalmente fraudulenta, contratación temporal es la causa de que a pesar del paraguas de la protección social en Baleares no solo haya aumentado el paro sino que también se ha destruido empleo.
La pandemia ha evidenciado las debilidades del sistema económico y laboral, que han sido reiteradas hasta la saciedad por UGT: excesiva dependencia del modelo de sol y playa, y exagerada temporalidad en los contratos.
Como sociedad nos enfrentamos ante un futuro incierto por la lentitud en la vacunación y las dificultades para controlar los contagios. Se ha conseguido un escudo social histórico y unas ayudas directas de un millón de euros para Baleares. Los fondos europeos deben utilizarse para corregir las carencias del modelo productivo del archipiélago y lograr una recuperación inclusiva.
Desde UGT esperamos que cuando llegue la reactivación, que llegará tarde o temprano, las empresas sean responsables y mantengan el empleo. Los ERTE no se pueden convertir en ERE y para ello es importante que el Gobierno cumpla, de una vez, su compromiso de derogar los aspectos más lesivos de la Reforma Laboral.
El gran esfuerzo económico con dinero público lo tiene que palpar la ciudadanía cuando esta pesadilla pase. Si no es así, los altos niveles de paro y la pobreza pervivirán durante demasiado tiempo en nuestro país, y la desigualdad social volverá a ser una vergüenza para España.
Lorenzo Navarro, secretario general de UGT.